Poly-Auto-Portraits 02

 

 

 

Marcello Mercado

Poly-Auto-Portraits: Unstable Configurations of the Self

Photographic Series

2025

 

 

 

 

 

 

In this new series, the concept of selfportraiture is expanded to the point that the boundaries of recognizable facial representation are dissolved. These poly-portraits are not merely superficial variations or controlled exercises in multiplication. Instead, they become deep interventions that disorganize, displace, and reconfigure the internal structures of the face. Each image acts as a drifting body where layers become disordered, textures expand, and folds, cavities, and volumes interrupt perceptual continuity.

 

This project deliberately abandons the pursuit of identification, situating itself in a territory where the gaze becomes disoriented. Linear reading and stable recognition are impossible. Attention fragments across pixelated surfaces, grid patterns, and volumetric displacements that emerge from the digital matter itself. These images offer no anchoring points; they invite viewers to get lost in the proliferation of details, disruptions of the skin, and formal reorganization of heads.

 

The series is structured as an active, irregularly growing archive. It is not a closed set and does not follow a sequential progression. Each poly-portrait introduces new layers of deviation, variable visual trajectories, and internal reconfigurations. This archive neither documents identities nor consolidates versions of the self. Rather, it registers processes of transformation and perceptual instability that challenge the idea of structural cohesion. Rather than affirming a subject, these images probe the very conditions that allow something to be perceived as a face.

 

The digital circulation of these images and their exposure to algorithmic restrictions imposed by artificial intelligence platforms are integral to the project. Internal censorship policies are not treated as external obstacles, but rather as active filters that determine what is visible, processable, and shareable. The work neither positions itself against these limits nor attempts to bypass them. Instead, it incorporates them as a productive tension within the visual logic sustained by the series.

 

In this context, the project engages with contemporary debates related to post-humanism, fluctuating conceptions of the self, and unstable algorithmic trajectories. Unlike traditional self-portraits, these images do not attempt to recover a unified figure or reconstruct a recognizable model. Instead, the work operates on provisional configurations, unstable structures, and visual pathways that resist fixation.

 

This exploration builds on the methodology of previous projects, such as Das Kapital, Version 76, in which algorithms were used to disrupt, reorganize, and erode textual and productive structures. Here, the logic of intervention shifts toward representing the face while maintaining engagement with exploring the operational limits of code, image, and structure.

This project engages with notable practices in contemporary media art. For example, Trevor Paglen and Heather Dewey-Hagborg have destabilized facial representation technologies and biometric extraction systems. Zach Blas has examined the politics of the face and strategies of radical deformation in response to control devices. Joan Fontcuberta has questioned identity fictions within digital environments. Hito Steyerl has deconstructed algorithmic visibility and accelerated circulation logics. Thomas Ruff has challenged the tradition of photographic portraiture through digital alteration processes.

 

Poly-Portraits neither adopts strategies of invisibility nor proposes direct resistance. It does not produce anti-faces or construct camouflage. Rather, it generates a persistent visual proliferation that does not conform to standardized patterns of representation. These images are not designed to be accepted or recognized. They are open structuresvisual bodies in continuous displacement where stability is neither a goal nor a possibility.

 

The visual experience offered by the series does not unfold along clear trajectories or lead to definitive interpretations. The gaze drifts, sinks, fragments, and is interrupted by superimposed layers, folds, chromatic insertions, grid surfaces, and overflowing volumes. The eye does not access a cohesive figure or encounter a complete pathway. What remains is the drift; the image is offered as a space in which to lose oneself.

 

Viewing time is extended. There is no immediate access or totalizing reading. Each visual layer opens to other possible layers, creating an exploratory movement that forces the gaze to shift, retreat, and submerge without reaching a resolution.

 

Poly-Portraits is not a project of closure or synthesis. It is an open system in which proliferation, structural erosion, and algorithmic trajectories do not produce meaning or lead to a definitive form. The images do not return to unity; they do not stabilize or conclude.

 

 

(Spanish)

Marcello Mercado

Poli-Autoretratos: Configuraciones inestables del yo.

Series Fotográficas

2025

 

 

En esta nueva serie, el autorretrato se radicaliza hasta disolver los límites de la representación facial reconocible. Los poliautorretratos ya no funcionan como variaciones superficiales ni como ejercicios de multiplicación controlada. Se convierten en intervenciones profundas que desorganizan, desplazan y reconfiguran las estructuras internas del rostro. Cada imagen actúa como un cuerpo en deriva, en el que las capas se desordenan y las texturas se amplifican, generando pliegues, cavidades y volúmenes que interrumpen la continuidad perceptiva.

 

El proyecto abandona deliberadamente la búsqueda de identificación y se sitúa en un territorio en el que la mirada se desorienta. No es posible un recorrido lineal ni una lectura estable. La atención se fragmenta entre superficies pixeladas, entramados cuadriculados y desplazamientos volumétricos que emergen de la propia materia digital. Las imágenes no ofrecen puntos de anclaje, sino que invitan a perderse en la proliferación de detalles, en las interrupciones de la piel y en la reorganización formal de las cabezas.

 

La serie se estructura como un archivo activo en crecimiento irregular. No se trata de un conjunto cerrado ni responde a una progresión secuencial. Cada poliautorretrato incorpora nuevas capas de desviación, trayectorias visuales variables y reordenamientos internos. Este archivo no documenta identidades ni consolida versiones del yo. Registra procesos de transformación y zonas de inestabilidad perceptiva que desplazan la idea de cohesión estructural. Las imágenes no buscan afirmar un sujeto, sino que tensionan las propias condiciones que permiten percibir algo como rostro.

 

La circulación digital de estas imágenes y su exposición a las restricciones algorítmicas impuestas por las plataformas de inteligencia artificial forman parte integral del proyecto. Las políticas internas de censura no suponen aquí un obstáculo externo, sino que operan como filtros activos que condicionan lo visible, lo procesable y lo compartible. El trabajo no se posiciona en contra de estos límites ni los elude. Los incorpora como una tensión productiva dentro de la lógica visual que sostiene la serie.

 

En este contexto, el proyecto se conecta con debates contemporáneos vinculados al poshumanismo, las configuraciones variables del yo y las trayectorias algorítmicas no estabilizadas. A diferencia de las representaciones tradicionales del autorretrato, estas imágenes no buscan recuperar una figura de unidad ni reconstruir un modelo reconocible. La obra se basa en configuraciones provisionales, estructuras inestables y recorridos visuales que no se estabilizan.

 

Esta exploración prolonga una línea metodológica presente en proyectos anteriores, como Das Kapital, Versión 76, en los que se utilizaron algoritmos para desorganizar, recombinar y erosionar estructuras textuales y productivas. En este caso, la lógica de intervención se desplaza hacia la representación del rostro, manteniendo un compromiso sostenido con la exploración de los límites operativos del código, la imagen y la estructura.

 

El proyecto entabla un diálogo con prácticas relevantes del arte mediático contemporáneo. Trevor Paglen y Heather Dewey-Hagborg han desestabilizado las tecnologías de representación facial y los sistemas de extracción biométrica. Zach Blas ha trabajado en las políticas del rostro y en las estrategias de deformación radical como respuesta a los dispositivos de control. Joan Fontcuberta ha cuestionado las ficciones identitarias dentro de los entornos digitales. Hito Steyerl ha analizado las lógicas de visibilidad algorítmica y circulación acelerada, y Thomas Ruff ha tensionado la tradición del retrato fotográfico mediante procedimientos de alteración digital.

 

Poly-Portraits no comparte las estrategias de invisibilidad ni propone una resistencia directa. No genera rostros opuestos ni construye camuflajes. Lo que hace es generar una proliferación visual persistente que no se adapta a los patrones de representación estandarizados. Las imágenes no se crean para ser aceptadas ni reconocidas, sino que son estructuras abiertas, cuerpos visuales en continuo desplazamiento, donde la estabilidad no es un objetivo ni una posibilidad.

 

La experiencia visual que propone la serie no se organiza en trayectorias claras ni en lecturas concluyentes. La mirada se desplaza, se hunde, se interrumpe y se fragmenta entre capas superpuestas, pliegues, inserciones cromáticas, superficies cuadriculadas y volúmenes desbordados. El ojo no accede a una figura cohesionada ni encuentra un recorrido completo. Lo que perdura es la deriva: la imagen se ofrece como un espacio en el que perderse.

 

El tiempo de observación se dilata. No hay un acceso inmediato ni una lectura totalizante. Cada capa visual se abre hacia otras posibles, generando un movimiento de exploración en el que la mirada se ve obligada a desplazarse, retroceder y sumergirse sin alcanzar una resolución.

 

Poly-Portraits no es un proyecto de cierre ni de síntesis. Es un sistema abierto en el que la proliferación, la erosión estructural y los recorridos algorítmicos no buscan producir sentido ni conducir a una forma definitiva. Las imágenes no regresan a la unidad, no se estabilizan, no concluyen.

 

 

(German)

 

Marcello Mercado

Poly-Selbstporträts: Unstabile Konfigurationen des Selbst

Fotografische Serien

2025

 

In dieser neuen Serie wird das Selbstporträt radikal erweitert, bis die Grenzen der erkennbaren Gesichtsrepräsentation aufgelöst sind. Die Poly-Porträts operieren nicht mehr als oberflächliche Variationen oder kontrollierte Multiplikationsübungen. Sie werden zu tiefgreifenden Eingriffen, die die inneren Strukturen des Gesichts desorganisieren, verschieben und neu konfigurieren. Jedes Bild agiert dabei wie ein driftender Körper, in dem sich die Schichten auflösen, die Texturen sich ausdehnen und in dem Falten, Hohlräume und Volumina die wahrnehmungsbezogene Kontinuität unterbrechen.

 

Das Projekt verzichtet bewusst auf die Suche nach Identifikation und bewegt sich in einem Terrain, in dem der Blick sich desorientiert. Eine lineare Betrachtung oder stabile Wiedererkennung ist nicht mehr möglich. Die Aufmerksamkeit zerfällt zwischen pixelierten Oberflächen, gerasterten Strukturen und volumetrischen Verschiebungen, die aus dem digitalen Material selbst hervortreten. Diese Bilder bieten keine festen Ankerpunkte. Sie laden dazu ein, sich in der Vielzahl von Details, in den Unterbrechungen der Haut und in der formalen Reorganisation der Köpfe zu verlieren.

 

Die Serie ist als aktives Archiv mit unregelmäßigem Wachstum konzipiert. Es handelt sich nicht um ein abgeschlossenes Set und es folgt keine sequenzielle Progression. Jedes PolyPorträt führt neue Schichten der Abweichung, variable visuelle Pfade und interne Umordnungen ein. Dieses Archiv dokumentiert keine Identitäten und konsolidiert keine Versionen des Selbst. Es registriert Transformationsprozesse und Wahrnehmungsinstabilitäten, die die Vorstellung von struktureller Kohärenz infrage stellen. Diese Bilder versuchen nicht, ein Subjekt zu bestätigen, sondern untersuchen die Bedingungen, die es ermöglichen, etwas als Gesicht wahrzunehmen.

 

Die digitale Zirkulation dieser Bilder und ihre Konfrontation mit den algorithmischen Beschränkungen der KIPlattformen sind integrale Bestandteile des Projekts. Die internen Zensurrichtlinien stellen hier kein externes Hindernis dar, sondern wirken als aktive Filter, die bestimmen, was sichtbar, verarbeitbar und teilbar ist. Die Arbeit positioniert sich nicht gegen diese Grenzen und versucht auch nicht, sie zu umgehen. Vielmehr integriert sie diese Grenzen als produktive Spannung innerhalb der visuellen Logik der Serie.

 

In diesem Kontext verbindet sich das Projekt mit aktuellen Diskursen über den Posthumanismus, variierende Selbstkonfigurationen und nicht stabilisierte algorithmische Pfade. Fernab traditioneller Selbstporträt-Darstellungen streben diese Bilder weder nach der Wiederherstellung einer einheitlichen Figur noch nach der Rekonstruktion eines erkennbaren Modells. Die Arbeit bewegt sich in provisorischen Konfigurationen, instabilen Strukturen und visuellen Wegen, die sich einer Festschreibung entziehen.

 

Diese Erkundung setzt eine methodologische Linie fort, die bereits in früheren Projekten wie Das Kapital, Version 76 präsent war. In diesen Projekten wurden Algorithmen zur Desorganisation, Neukombination und Erosion textueller und produktiver Strukturen eingesetzt. Hier verlagert sich diese Eingriffslogik auf die Darstellung des Gesichts, wobei das anhaltende Interesse an der Untersuchung der operationellen Grenzen von Code, Bild und Struktur bestehen bleibt.

 

Das Projekt steht im Dialog mit relevanten Praktiken der zeitgenössischen Medienkunst. Trevor Paglen und Heather Dewey-Hagborg haben Gesichtserkennungstechnologien und biometrische Extraktionssysteme destabilisiert. Zach Blas hat sich mit der Politik des Gesichts und radikalen Deformationsstrategien als Reaktion auf Kontrollmechanismen auseinandergesetzt. Joan Fontcuberta hat die Fiktionen von Identität in digitalen Umgebungen hinterfragt. Hito Steyerl hat algorithmische Sichtbarkeiten und beschleunigte Zirkulationslogiken dekonstruiert, während Thomas Ruff die Tradition des fotografischen Porträts durch digitale Bearbeitungsprozesse infrage gestellt hat.

 

PolyPortraits verfolgt keine Strategie der Unsichtbarkeit und schlägt auch keinen direkten Widerstand vor. Es erzeugt keine Anti-Gesichter und entwickelt keine Tarnungen. Entstanden ist eine persistente visuelle Proliferation, die sich den standardisierten Darstellungsformen entzieht. Diese Bilder sind nicht dazu geschaffen, akzeptiert oder erkannt zu werden. Sie sind offene Strukturen, visuelle Körper in kontinuierlicher Verschiebung, in denen Stabilität weder ein Ziel noch eine Möglichkeit ist.

 

Die visuelle Erfahrung der Serie folgt keinen klaren Pfaden und führt zu keinen abschließenden Interpretationen. Der Blick driftet, versinkt, fragmentiert und wird unterbrochen – zwischen überlagerten Schichten, Falten, chromatischen Einsätzen, gerasterten Oberflächen und überlaufenden Volumina. Das Auge erreicht keine kohärente Figur und findet keinen vollständigen Weg. Was bleibt, ist das Abdriften. Das Bild wird als Raum angeboten, in dem man sich verlieren kann.

 

Die Betrachtungszeit verlängert sich. Es gibt keinen sofortigen Zugang und keine totalisierende Lesart. Jede visuelle Schicht eröffnet weitere Möglichkeiten und erzeugt eine Erkundungsbewegung, in der der Blick gezwungen ist, sich zu verschieben, zurückzuweichen und sich zu vertiefen, ohne eine Auflösung zu erfahren.

 

Poly-Portraits ist kein Projekt des Abschlusses oder der Synthese. Es ist ein offenes System, in dem Proliferation, strukturelle Erosion und algorithmische Pfade nicht darauf abzielen, Bedeutung zu erzeugen oder zu einer endgültigen Form zu führen. Die Bilder kehren nicht zur Einheit zurück, sie stabilisieren sich nicht und schließen sich nicht ab.