La definición y conceptualización de la pintura contemporánea se basaría en una manifestación artística que, en lugar de seguir una corriente o estilo determinado, se enfoca en la experimentación y la búsqueda de nuevas formas de expresión a través de técnicas y materiales diversos, sin limitaciones temáticas o estilísticas. Esta tendencia se caracterizaría por su interés en la exploración de conceptos y valores sociales, así como en cuestionar las formas tradicionales del arte y de la pintura en particular.

En cuanto a las próximas tendencias, las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial serán elementos fundamentales en la evolución del arte y la pintura contemporánea. La incorporación de tecnologías como la realidad virtual o la realidad aumentada permitirán a los artistas experimentar y crear nuevas formas de arte digital con la incorporación de elementos interactivos.

Además, la utilización de sensores, dispositivos de rastreo y monitoreo, permitirán la creación de obras interactivas que fusionen la realidad física y virtual, abriendo un abanico de posibilidades en cuanto a la creación de instalaciones y obras de arte en internet. Por tanto, la pintura contemporánea se verá influenciada en gran medida por las tecnologías emergentes y por la incorporación de elementos digitales en las obras artísticas, lo que permitirá una mayor interacción entre el público y el artista.

Desde la perspectiva de Peter Weibel, un artista se ubica en el centro del flujo de datos, tratando de comprender y dar sentido a la cantidad cada vez mayor de información que circula en la sociedad y en los sistemas tecnológicos. Para él, el artista debe ser capaz de procesar, analizar y representar de maneras innovadoras y creativas estos datos para construir su obra.

Weibel entiende que el arte se está transformando en una disciplina más abierta y experimental, donde las posibilidades de creación e innovación son infinitas gracias a la integración de nuevas tecnologías y la expansión de la información. Para él, un artista debiera ser un explorador de los sistemas simbólicos y los lenguajes que conforman nuestra sociedad, utilizando el análisis de datos como herramienta para la creación y la crítica cultural.

En este sentido, Weibel propone que la creación artística es un proceso de interacción y colaboración con los sistemas de información y, por ende, con los sistemas sociales y tecnológicos que los producen. En este proceso, el artista debe ser capaz de establecer una tensión crítica entre los datos y las diversas percepciones que se tienen sobre ellos, desafiando las formas convencionales y abriendo nuevos horizontes para la experiencia estética y la comprensión del mundo que nos rodea.

Según Siegfried Zielinski, un artista conceptual debe estar familiarizado con el flujo de datos y tecnologías de medios, y utilizar estas herramientas para crear obras que cuestionen nuestra comprensión convencional de la realidad y nuestra relación con el mundo en el que vivimos. Para Zielinski, el arte no se trata simplemente de crear objetos, sino de crear espacios y sistemas interactivos que permitan a los espectadores experimentar y explorar la complejidad del mundo que nos rodea.

En este sentido, Zielinski ve al artista como un explorador de posibilidades, alguien que utiliza la tecnología y los medios para expandir nuestra comprensión de lo que es posible en términos de comunicación y conectividad. Para él, la relación del artista con el flujo de datos es fundamental para la creación de obras que desafíen las limitaciones del arte tradicional y nos inviten a contemplar nuevas formas de ver y entender el mundo. En otras palabras, para Zielinski, el flujo de datos no es simplemente una herramienta, sino también un concepto central en la construcción de obras que exploren las complejidades de la sociedad tecnológica contemporánea.

La obra de Marcello Mercado es una exploración estética y discursiva que rompe con los cánones tradicionales a través de la manipulación de elementos en un largo e incesante proceso. A través de tecnologías digitales y medios audiovisuales, Mercado cuestiona la contemporánea condición humana y sus reflexiones exploran temas de poder, tecnología, religión, ciencia y leyes del mercado como sistemas de represión contemporáneos encarnados en el cuerpo físico y social.

Desde sus primeros trabajos en la década de los 90, Mercado ha explorado la relación entre el cuerpo y la imagen, interconectando imágenes referenciales y de representación con pintura, animación 3D e imagen numérica con una economía representativa surcada por la economía de los cuerpos y la economía de la imagen.

La obra de Mercado también cuestiona la relación entre la imagen de la muerte y la muerte de la imagen, indagando en las posibilidades contenidas en los programas contemporáneos de edición y rompiendo con las relaciones espaciotemporales de la imagen. En este sentido, su obra podría ser definida como un autorretrato al borde de la impersonalidad y se constituye como un diálogo crítico y contundente con los sistemas de poder contemporáneos.